martes, 11 de febrero de 2014

LA IZQUIERDA EXISTE - LA DERECHA NO


LA IZQUIERDA EXISTE – LA DERECHA NO

 

Luis Fernando Pinillos Gómez

Viernes  31 de enero de 2014
 
La dicotomía entre izquierda y derecha es algo que parece incuestionable en los debates políticos, económicos, o en cualquier foro que los relacione. A primera vista parece algo natural que al existir la izquierda, en contraposición exista la derecha, y de esta manera se centra el debate en dos posturas contrapuestas, donde una de ellas – la izquierda – se avoca unos valores, y en consecuencia, a la otra se le otorgan los defectos que la contraponen. Este artículo tratará sobre la realidad de esta dicotomía, mostrando al lector la tesis que se ilustra en el título del artículo: la izquierda existe, pero la derecha no.
 
Para iniciar nuestro análisis, es pertinente aclarar que las posturas políticas se fundan, o bien en doctrinas ideológicas que pasan por diferentes corrientes del pensamiento humano, o bien en el estilo del ejercicio de prácticas de manifestación política. Ambas, doctrina y estilo, no son en absoluto excluyentes. Por el contrario, el estilo de la práctica política puede ser consecuencia de una doctrina de pensamiento político. Al analizar la izquierda y sus diferentes manifestaciones históricas, habría que señalar que ella tiene tanto de doctrina como de un estilo propio del ejercicio político. De esta manera, se podrían identificar desde el discurso o desde ciertas conductas, quien es militante de la izquierda y quien no lo es, aunque a veces esto se disfrace.
 
Ahora bien! La doctrina política de la izquierda se funda en la antropología filosófica de Karl Marx conocida como Materialismo Dialéctico de donde se desprende una visión sociológica que depara en dos aspectos: una visión política llamada Comunismo, y una visión de la economía denominada Socialismo. Así las cosas, el primer nombre de la izquierda es “comunismo”. De allí, que en los más severos y antiguos regímenes de la izquierda adscriban a Partidos Comunistas, como en China, Cuba, Corea del Norte y en la antigua Unión Soviética. En los albores del materialismo dialéctico interpretado como manifestación política, el nombre que los albergó fue “Comunismo”. El término “Socialismo” por otra parte, era objeto de estudio de la doctrina económica que se desprendía igualmente del “Materialismo Dialéctico”, y si bien es natural que un comunista sea socialista o viceversa, no debe confundirse los términos.
 
Cuando el Comunismo se puso a prueba en la Rusia de Lenin, la brutalidad del ejercicio político dejó millones de muertos en la misma Rusia y otros países vecinos, de modo que la dictadura del proletariado hizo ver con recelo y desprecio el Comunismo en los países democráticos. Ante esto, los comunistas emigraron su nombre y comenzaron a ocultar su filiación política bajo el nombre de Socialismo. Se entendió en esa primera mitad del siglo XX y aún hoy se ve de esta manera, que los llamados Comunistas y Socialistas refrendan una línea dura y blanda del mismo pensamiento político, respectivamente.
 
De otra parte, el término “Izquierda” fue referido inicialmente a los jacobianos que ocuparon el lado izquierdo del Parlamento Francés luego de la Revolución Francesa. Se hacía referencia de manera despectiva a los jacobianos, por sus conductas grotescas, violentas, intolerantes, engañosas, entre otras, que caracterizaron a dichos miembros del Parlamento Francés. Si bien los jacobianos desaparecieron de la escena política, los comunistas tomarían el lugar en el ejercicio de su práctica política, y con el mismo aire despectivo se les llamó “Izquierda” a los comunistas. Claro está que no se trataba de un término que fuera grato para ellos, sin embargo, en el transcurrir de las décadas, el término perdió su connotación negativa, y a los comunistas, les pareció más que conveniente su antigua afrenta: si el comunismo era una más de muchas vertientes del pensamiento humano, el auto promoverse como “izquierda” implicaría en el uso del lenguaje, que solo existían dos vertientes de pensamiento político, y al reducir el espectro a solo dos posibilidades, izquierda y derecha, captarían al menos la mitad de la atención. Más aun, al señalar a la “derecha” de todos los males, la izquierda se levantaría a si sola como la única alternativa para reivindicar a la humanidad del supuesto enemigo feroz. Y bueno ¿y la derecha no tendría forma de defenderse de las falsas acusaciones, o de aplicarle la misma dosis a la izquierda? Claro que no, puesto que la “derecha” realmente no implica una cohesión de pensamiento político, ni siquiera un mismo estilo en la práctica política, es decir, no habría un directo responsable a quién señalar. Es por esto que podemos afirmar que la llamada “Derecha” no existe, salvo que se entienda todo el espectro de doctrinas y estilos políticos, eventualmente divergentes entre sí, como “derecha” solo por el hecho de no ser “izquierda”.
 
Así hemos observado una forma de coartar el pensamiento humano. De pensar en un plano donde cada doctrina de pensamiento político es una región, y dónde eventualmente se dichas regiones se unan, se intercepten, etc., hemos pasado a pensar el mundo en la simplicidad de una línea donde un lado es la izquierda y el otro la derecha. Algunos estudiosos de esta falaz línea fijan puntos y límites de ella diciendo “la extrema izquierda”, “la extrema derecha”, “la izquierda”, “la derecha”, y hasta “el centro”, con sus propias subdivisiones como “el centro izquierda” y “el centro derecha”, sin que lo anterior haga justicia a toda la variedad de doctrinas y estilos políticos; en nuestro país por ejemplo, el liberalismo, el conservatismo, los movimientos cristianos, los movimientos conservacionistas, y la izquierda, son todos diferentes entre sí, aunque el debate se limite a hablar de la izquierda y la derecha, y a forzar a ubicar los diferentes movimientos en un lado o en otro, y cuando la labor no sea clara, decir que ese es el centro. ¡Miope visión de los hechos!.  
 
En conclusión, la visión de cualquier ciudadano no debe quedar en la triste creencia que solo existe una línea de pensamiento político donde en un extremo está la izquierda y en el otro la derecha. El asunto es bidimensional, tridimensional, y mucho más complejo si así se quiere. La primera forma de no caer en dicha falacia es llamar a todos aquellos que representan la izquierda con su nombre original y establecer en ellos el legado histórico de crímenes y engaños que les corresponde: “comunistas”.
 
Es mi parecer.