martes, 13 de mayo de 2014

PORQUE NO SOY DE IZQUIERDA


PORQUE NO SOY DE IZQUIERDA

 
Luis Fernando Pinillos Gómez
Viernes 9 de mayo de 2014

 Recuerdo aquellas épocas de mi vida de estudiante en la Universidad del Valle, cuando las amenazas de muerte se ceñían sobre mi por parte de la izquierda expresada en  los llamados encapuchados… Eran días difíciles para adelantar mis estudios, siempre bajo en temor que mi forma de pensar, contraria a la de estos bandidos, pudiera causarme algún daño en mi integridad. Y al recordar aquellas épocas, en las que me sentía solo en mis convicciones, me vino a la mente la conversación con uno de estos estudiantes de tono contestatario, de quién poco se realmente, que me increpó con una pregunta en medio de una reunión donde todos los estudiantes allí presentes, excepto yo, apoyaban a los bandidos encapuchados. Me preguntaba el estudiante: si Usted ha leído y estudiado a Marx, porqué no es de izquierda. En esa ocasión, no respondí. Tuve que salir del lugar antes que estos fanáticos de izquierda me lincharan. Sabía que mi respuesta incitaría su ira irracional. Hoy, quiero responderle a este rabioso Marxista, esperando quizás que la serenidad de los años le haya menguado su tono violento.
Hay tres valores capitales en mi estructura de pensamiento que me impiden y me salvan de caer en el adoctrinamiento político conocido como Izquierda, y convertirme en un seguidor o simpatizante de estas causas. Creo también, que en aquellas personas donde al menos uno de estos tres valores capitales falte o esté débil, existe la posibilidad de encontrar un potencial seguidor de la izquierda.
El primero de estos valores capitales es que soy una persona inteligente, y con ello quiero expresar ante todo, que soy lo suficientemente inteligente para reconocer en los discursos políticos aquellas cosas que son verdad, y aquellas cosas que son mentiras. La izquierda maneja un discurso tendencioso a la búsqueda de incautos que crean sus mentiras. La primera de ellas es la de abocarse como si fueran los únicos, la defensa de los menos favorecidos económicamente. La segunda, y en este mismo sentido, está el atribuirle a todas aquellas líneas de pensamiento lejanas a la izquierda, la maldad que en el fondo, es propia de ellas. Son como los ladrones que le gritan a la víctima “ladrón, ladrón” no solo para esconder su propio delito, sino también para atribuirle el delito a su propia víctima. Si no fuera inteligente, me comería enterito el discurso de “Las venas abiertas de América Latina” o “La izquierda necesaria”, y en general, toda una cantidad de literatura barata tendenciosa a la formación de militantes disciplinadamente adoctrinados en la izquierda por vía del fanatismo político.
El segundo de mis valores capitales, es que soy una persona consciente de lo bueno y lo malo, y busco desde mi concepción del mundo, lo bueno. Ser inteligente no es suficiente, porque muchos lo son y sin embargo caen ingenuamente en esta doctrina maligna. El problema, es que muchos no la reconocen la maldad velada de esta doctrina de pensamiento, otros quizás si la reconozcan, pero una cierta inclinación al mal los hace igualmente afiliarse a ella. La izquierda no solo es un sartal de mentiras repetidas miles de veces para que parezca verdad, según lo expresara Lenin. Es mucho más que eso, porque el comunismo esconde una visión atea que le quita al hombre no solo el reconocimiento de cualquier dignidad que le proporcione una vida espiritual, sino que también lo convoca al ejercicio de la violencia y la rebeldía contra el estado y el orden social. Allí están como testimonio escrito, el “segundo manifiesto comunista” de Marx y Engels, uno de los documentos de naturaleza política más influyente de la humanidad. Con el se justifican el nacimiento de las guerrillas y con ellas, los asesinatos, los secuestros, las extorciones y todo tipo de conductas criminales. Y si acaso están en la cúspide del poder político, los líderes de izquierda, lejos de los valores democráticos, son dictadores tiranos del propio pueblo que gobiernan, cuando no menos, de la humanidad entera. Es cierto que no todos los que simpatizan con  la izquierda aprueban estas conductas, pero su apoyo al mismo proyecto político contribuye a alimentar esta terrible realidad. En conclusión, ser de izquierda es, quiéralo o no, simpatizar con un cuerpo de ideas criminales mimetizadas en nobles propósitos, y con frecuencia, ni siquiera eso.
Finalmente, el tercero de mis valores capitales es el conocimiento de la historia. La extrema maldad de los grandes líderes de izquierda han provocado la muerte deliberada de millones de seres humanos, la esclavitud de otros muchos millones, y la pobreza, la miseria y el hambre de muchos millones de seres humanos más. Ni siquiera vale la pena mencionar el terrible daño ambiental, la caída de la moral y las pérdidas del patrimonio histórico de la humanidad. El libro titulado “El libro negro del comunismo” esboza parte de esta realidad y denuncia a la izquierda como la genocida de más de 100.000.000 de muertes de seres humanos. A lo largo de la historia de la izquierda, no se observa ni un solo caso exitoso de bienestar para un pueblo gobernado con estos líderes tiranos siguiendo estos proyectos políticos. Es paradójico que a pesar del revés histórico, las personas de izquierda sigan defendiendo tal sistema, cuando Marx establecía que el fracaso histórico de un proyecto político era causa suficiente para que este proyecto se abandonara. Habiendo probado tan rotunda y estrepitosamente el fracaso como proyecto histórico del ser humano y sus sociedades, los mismos que defienden la izquierda deberían abandonar de facto su propio proyecto político. Pero no. Esto solo es válido como doctrina política si se aplica a otros pensamientos políticos diferentes a la izquierda. He aquí la hipocresía de la izquierda. Porque, si para la izquierda es posible engañar a los ciudadanos ingenuos, porque no acoger también a una hermana de la mentira como es la hipocresía. De mi parte, yo entiendo la historia perfectamente y por ello entiendo que el lastre criminal que carga la izquierda es tan grande, que reconocerme como miembro de los suyos es vergonzoso y una carga moral imposible de llevar.
Es por estos tres valores capitales que no afilio a la izquierda. Porque soy inteligente y no me trago entero el sartal de mentiras que se esconden en la lucha de clases, en el materialismo dialéctico, en el compromiso histórico, en el socialismo económico, etc. Porque soy una persona que se inclina a unos valores morales que entran en conflicto con esta estructura de pensamiento político, y porque conozco la historia y no quiero cargar sobre mi conciencia más de 200.000.000 de muertos (los 100.000.000 que reconoce la izquierda con documentos incontrovertibles en el libro “el libro negro del comunismo”, y otros tantos que aún no se reconocen oficialmente), y muchos más millones de tragedias humanas dejadas por esta doctrina del pensamiento político.
Por lo menos, así lo veo.
 

 

 

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