PORQUE NO SOY DE IZQUIERDA
Luis
Fernando Pinillos Gómez
Viernes 9 de mayo de 2014
Hay tres valores capitales en mi
estructura de pensamiento que me impiden y me salvan de caer en el adoctrinamiento
político conocido como Izquierda, y convertirme en un seguidor o simpatizante
de estas causas. Creo también, que en aquellas personas donde al menos uno de
estos tres valores capitales falte o esté débil, existe la posibilidad de
encontrar un potencial seguidor de la izquierda.
El primero de estos valores capitales
es que soy una persona inteligente, y con ello quiero expresar ante todo, que
soy lo suficientemente inteligente para reconocer en los discursos políticos
aquellas cosas que son verdad, y aquellas cosas que son mentiras. La izquierda
maneja un discurso tendencioso a la búsqueda de incautos que crean sus
mentiras. La primera de ellas es la de abocarse como si fueran los únicos, la
defensa de los menos favorecidos económicamente. La segunda, y en este mismo
sentido, está el atribuirle a todas aquellas líneas de pensamiento lejanas a la
izquierda, la maldad que en el fondo, es propia de ellas. Son como los ladrones
que le gritan a la víctima “ladrón, ladrón” no solo para esconder su propio
delito, sino también para atribuirle el delito a su propia víctima. Si no fuera
inteligente, me comería enterito el discurso de “Las venas abiertas de América
Latina” o “La izquierda necesaria”, y en general, toda una cantidad de
literatura barata tendenciosa a la formación de militantes disciplinadamente
adoctrinados en la izquierda por vía del fanatismo político.
El segundo de mis valores capitales,
es que soy una persona consciente de lo bueno y lo malo, y busco desde mi
concepción del mundo, lo bueno. Ser inteligente no es suficiente, porque muchos
lo son y sin embargo caen ingenuamente en esta doctrina maligna. El problema,
es que muchos no la reconocen la maldad velada de esta doctrina de pensamiento,
otros quizás si la reconozcan, pero una cierta inclinación al mal los hace
igualmente afiliarse a ella. La izquierda no solo es un sartal de mentiras
repetidas miles de veces para que parezca verdad, según lo expresara Lenin. Es
mucho más que eso, porque el comunismo esconde una visión atea que le quita al
hombre no solo el reconocimiento de cualquier dignidad que le proporcione una
vida espiritual, sino que también lo convoca al ejercicio de la violencia y la
rebeldía contra el estado y el orden social. Allí están como testimonio
escrito, el “segundo manifiesto comunista” de Marx y Engels, uno de los
documentos de naturaleza política más influyente de la humanidad. Con el se
justifican el nacimiento de las guerrillas y con ellas, los asesinatos, los
secuestros, las extorciones y todo tipo de conductas criminales. Y si acaso
están en la cúspide del poder político, los líderes de izquierda, lejos de los valores
democráticos, son dictadores tiranos del propio pueblo que gobiernan, cuando no
menos, de la humanidad entera. Es cierto que no todos los que simpatizan
con la izquierda aprueban estas
conductas, pero su apoyo al mismo proyecto político contribuye a alimentar esta
terrible realidad. En conclusión, ser de izquierda es, quiéralo o no,
simpatizar con un cuerpo de ideas criminales mimetizadas en nobles propósitos,
y con frecuencia, ni siquiera eso.
Finalmente, el tercero de mis
valores capitales es el conocimiento de la historia. La extrema maldad de los
grandes líderes de izquierda han provocado la muerte deliberada de millones de
seres humanos, la esclavitud de otros muchos millones, y la pobreza, la miseria
y el hambre de muchos millones de seres humanos más. Ni siquiera vale la pena
mencionar el terrible daño ambiental, la caída de la moral y las pérdidas del
patrimonio histórico de la humanidad. El libro titulado “El libro negro del
comunismo” esboza parte de esta realidad y denuncia a la izquierda como la
genocida de más de 100.000.000 de muertes de seres humanos. A lo largo de la
historia de la izquierda, no se observa ni un solo caso exitoso de bienestar
para un pueblo gobernado con estos líderes tiranos siguiendo estos proyectos
políticos. Es paradójico que a pesar del revés histórico, las personas de izquierda
sigan defendiendo tal sistema, cuando Marx establecía que el fracaso histórico
de un proyecto político era causa suficiente para que este proyecto se
abandonara. Habiendo probado tan rotunda y estrepitosamente el fracaso como
proyecto histórico del ser humano y sus sociedades, los mismos que defienden la
izquierda deberían abandonar de facto su propio proyecto político. Pero no.
Esto solo es válido como doctrina política si se aplica a otros pensamientos
políticos diferentes a la izquierda. He aquí la hipocresía de la izquierda. Porque,
si para la izquierda es posible engañar a los ciudadanos ingenuos, porque no acoger
también a una hermana de la mentira como es la hipocresía. De mi parte, yo
entiendo la historia perfectamente y por ello entiendo que el lastre criminal
que carga la izquierda es tan grande, que reconocerme como miembro de los suyos
es vergonzoso y una carga moral imposible de llevar.
Es por estos tres valores
capitales que no afilio a la izquierda. Porque soy inteligente y no me trago
entero el sartal de mentiras que se esconden en la lucha de clases, en el
materialismo dialéctico, en el compromiso histórico, en el socialismo
económico, etc. Porque soy una persona que se inclina a unos valores morales
que entran en conflicto con esta estructura de pensamiento político, y porque
conozco la historia y no quiero cargar sobre mi conciencia más de 200.000.000
de muertos (los 100.000.000 que reconoce la izquierda con documentos
incontrovertibles en el libro “el libro negro del comunismo”, y otros tantos
que aún no se reconocen oficialmente), y muchos más millones de tragedias
humanas dejadas por esta doctrina del pensamiento político.
Por lo menos, así lo veo.
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